"Cuidarse para cuidar"

Como psicóloga he repetido esta frase en bastantes ocasiones en procesos terapéuticos de distintos tipos. Si embargo, creo que, a pesar de haberla dicho e incluso habérmela aplicado en alguna que otra ocasión, no he comprendido al 100% su significado hasta este momento. Déjame que te cuente porqué 

A nivel laboral me ha tocado cuidarme para cuidar y, en esa faceta creo que está algo más controlado. Sin embargo, a nivel personal todavía no había tenido que cuidar de la forma en la que lo estoy haciendo desde hace más de cuatro meses. 

Hoy hace exactamente 139 días que nació Clara, mi ratón, como yo la llamo. La gente se sorprende cuando hablo de ella, pues parece que hable como si lleváramos juntas una eternidad. Son casi 5 meses, pero con tanto cambio no miento si digo que parece toda una vida a pesar de que tambien siento que el tiempo ha pasado volando.

A los casi 3 meses desde que Clara llegó a nuestras vidas, mi marido se reincorporó a trabajar y yo decidí que también ese mismo día iba a ponerme mi primera sesión con una paciente. Durante toda esa semana él no dejó de preguntarme qué me ocurría y yo no sabía cómo explicárselo. Me notaba algo rara, quizá más triste, pero no lograba encontrar el motivo.

Ese primer fin de semana, él (con muy buen criterio y cuidándome más de lo que yo lo hago), decidió irse con el ratón a ver un partido de fútbol y dejarme un ratito para mi sola en casa. Ahí por fin fue cuando yo pude poner orden a esa tristeza.

Cuando salieron por la puerta lo primero que me vino fue tristeza y un gran cansancio. Una parte de mi solo quería tumbase en el sofá y recrearse en ella (cabe decir que llevaba días con dolor de cabeza). Otra parte de mi pensó un poquito más allá y, en un momento de lucidez, me di cuenta de la gran oportunidad que tenía por delante para reconducir mi día. “Quiero estar despejada para cuando vengan, no quiero desperdiciar este tiempo”. Así fue como decidí no seguir recreándome en esa tristeza, aún no muy comprendida, y me puse a hacer deporte.

Cuando ya había acabado y me estaba dando una ducha me di cuenta de que le dolor de cabeza había desaparecido después de cuatro días… ¿casualidad? No lo creo.

Gracias a ese día he podido comprender esa tristeza o apatía. Me estaba metiendo prisa y presión, el combo perfecto. Llevaba toda la semana exigiéndome volver al ruedo, pero sin periodo de adaptación, volver al 100% del día a la noche. 

Que Pablo se reincorpora era como un “volver a la normalidad”, y me lo tomé al pie de la letra. 

  • Volver al 100% al trabajo
  • Lograr responder a todo estupendamente
  • Empezar a tener ciertas rutinas con Clara
  • Estar disponible para ella al 100%, día y noche
  • Hacer ejercicio
  • Tener una vida social estupenda

El listón un poco alto ¿no crees?

Estaba volcada en cuidar, pero no en cuidarme. Cuidar de Clara, cuidar de mis pacientes, cuidar de mi negocio, cuidar de mi familia y cuidar de mi relación. Todo eso, descuidándome a mi. El cansancio me estaba avisando de que aquello no iba a tener un gran recorrido. Ahora, escribiendo esto, me repito “NO HAY PRISA”.

Que importante es darnos cuenta de que no vamos, ni tenemos que poder con todo. Y que importante es estar bien acompañada, para cuando tu no te estás cuidando, alguien te cuide, te recuerde que no tienes que poder y te regale unas cuantas horas solo para ti. Gracias Pablo.

En esta nueva etapa me encuentro mucho más conectada a nivel persona con muchos temas que llevo años trabajando en consulta. Casualidad o no, llevo varios años acompañando a mujeres y madres que frecuentemente olvidan la importancia de cuidarse para poder cuidar. Inevitablemente, por mi etapa, a partir de ahora os traeré más post y contenido relacionado con el cuidado y toda la etapa de la maternidad ¡Espero que os sirvan!